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La carne

6 Oct

«La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor

 

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photo by soonorlater

Así comienza el último libro de Rosa Montero, un libro intimista que te atrapa desde el primer momento presentándonos a Soledad, esa mujer, la protagonista, que hace honor a su nombre. Vive sola, trabaja sola aunque rodeada de gente y quizás lo más importante, la base de su existencia y la de este libro también, ama sola.

Me ha gustado especialmente este libro porque Soledad ha llegado a los sesenta años así, se ha labrado un nombre y una reputación dentro de un sector tan competitivo como el literario y es cualquier cosa menos lo que todos o casi todo el mundo se imagina con tan solo mencionar la edad que tiene. Es atractiva, se cuida, se viste con elegancia… Rosa Montero nos lleva directamente a la parte más íntima de esta mujer, cómo es su ropa interior, los productos de belleza que usa y los más íntimos también, la ropa que usa para estar con sus amantes o en este caso, con su amante y sobre todo nos habla de su gusto por la música.

Entre pensamientos, deseos, encuentros, desencuentros, miedos, rencores, frustraciones e inseguridades está siempre presente la ópera. Después de leer este libro tuve la necesidad de buscar algunas de la operas que Soledad escucha y sobre todo la que se menciona cuando está haciendo el amor con Mario, «… justo entonces, en fin, empezó a sonar el estremecedor canto de Isolda, su Liebestod, su muerte de amor, el aria final del tercer acto y de la ópera entera…». 

Me ha sorprendido y agradado encontrar entre las páginas de la novela a la propia Rosa Montero, como ella misma es y se presenta haciendo una divertida descripción de si misma a través de los ojos y los prejuicios de la propia Soledad para hablarnos sobre la idea de ponerse en el lugar del otro cuando se escribe, de imaginar, «de meterse dentro».

La novela, esta novela, es todo esto y mucho más, la relación de una mujer que acaba de cumplir los sesenta años con un hombre de treinta y pocos al que conoce tras contratarlo como amante ocasional o gigoló, pero eso es sólo la excusa. La historia de Soledad es mucho más profunda, con unas profundas raíces que llegan hasta su niñez. Por cierto, la escritora, Rosa Montero, pide amablemente a los lectores del libro que no den más detalles sobre este tema … habrá que leer su libro pues para descubrirlo, para descubrir a Soledad.

El primero

16 Mar

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Photo found in makesyoucome.com

«….Supo que nunca había deseado antes a nadie, que nunca había experimentado la agonía del anhelo de su carne, su saliva, su sudor, su semen, que nunca había experimentado la ambición de un cuerpo, de la piel, la lengua, el sexo. Supo que nunca antes había codiciado los huesos, el pelo, los dientes de un hombre. La redondez de sus hombros, la firmeza de sus nalgas cabalgando sobre ella, la curvatura perfecta de su espalda, la suavidad de su pelo un poco largo, por el que lo sujetó conduciéndolo a sus pechos, a su pelvis. No había habido ningún hombre antes que él. Ese día nacía el deseo y aprendía un nuevo lenguaje, un idioma vivo, exuberante e innovador que descubría de pronto y que podía hablar, sintiendo como su lengua pugnaba por dominarlo en un momento para después enmudecer, dejando que fuese él el que hablase, sintiendo la fuerza de sus manos comprimiendo su carne, el modo en que la sujetó por las caderas y la vehemencia con que dirigió los envites a su interior, la firmeza de sus gestos empujándola en el límite entre la guía y la orden, el vigor de sus brazos cuando ella se subió sobre sus piernas para volver a tenerlo dentro. El fuego derramándose en su interior en un éxtasis postergado y deseado hasta rayar la locura, un millón de terminaciones nerviosas gritando en carne viva. Y el silencio después, que deja los cuerpos exhaustos, la mente agotada, el hambre dormida, saciada por un tiempo que se prevé corto».

Dolores Redondo » Ofrenda a la tormenta» perteneciente a la Trilogía del Baztán. Editorial Planeta 2014. Ediciones Destino.

Para saber más:

http://www.planetadelibros.com

http://www.doloresredondomeira.com/

Love is Art

31 Dic

«El arte requiere paciencia, dedicación, práctica, creatividad, amplitud de miras y tener un corazón abierto, exactamente lo mismo que se necesita para hacer el amor. El amor es arte» . Es la forma en la que el artista Jeremy Brown define el arte o el amor, tanto da.

Jeremy Brown se ha inspirado en los trabajos de Yves Klein y Warhol para crear este Loveart kit donde las parejas pueden crear arte y amor a la vez.

love is art

«Art takes patience, dedication, practice, creativity, open mind, and an open heart…so does love. Love is art.» Jeremy Brown

Todas las pinturas reflejan de una forma personal y única el acto de hacer el amor. La expresión pura de ese sentimiento. El kit incluye un lienzo con componentes no alérgicos así como pintura lavable no tóxica. El arte y el amor lo ponen la pareja que compra el lienzo en blanco.

La página web del artista es bastante inspiradora, muestra ejemplos de arte-amor en distintos colores, así como experiencias y un vídeo explicativo.

 

Para saber más:

http://www.yveskleinarchives.org

http://www.loveisartkit.com

pinterest.com/loveisart/love-is-art/

http://www.facebook.com/loveisartkit

 

 

Temblor

30 Jun

Picture by Reuben Negron.          http://www.reubennegron.com

….Una de las zonas más placenteras del cuerpo es la parte posterior de las rodillas. Pon su pierna con cuidado sobre tu hombro e incita su deseo acariciándole el muslo y la rodilla con un dedo o el dorso de la mano. A la mayoría de las mujeres  les encanta que su pareja se acerque con sus caricias a los genitales y se aleje sin tocarlos. No olvides esta regla general: siempre que se trate de partes  del cuerpo dobles (rodillas, muslos, etc), acaricia ambas.

La seducción es un elemento vital de la excitación femenina. A menudo, las mujeres se sienten arrastradas frenéticamente al clímax. Es parte de la naturaleza de los hombres el querer complacer de inmediato a la mujer, el querer «generar placer» para ella. Mi consejo es que se lo tomen con más calma y traten de «conquistar» a su amante. Acaríciala ponendo mayor atención, siente su tacto de forma más consciente y serás para ella una fuente de placer.

«Masaje Erótico» Charla Hathaway. Ediciónes Evergreen (TASCHEN).  http://www.taschen.com

El sonido de los suspiros

30 Jun

Picture by Reuben Negron.   www. reubennegron.com

en tu papel de instructor, suspira audiblemente al exhalar para que ella se relaje y te secunde. Aclárate la garganta y deja que el sonido fluya sin esfuerzo. Si suspiras fuerte y sin timidez, es más probable que tu pareja te emule. Anímala diciéndole: » Es tan excitante oir tu respiración. Me encanta escuchar tus suspiros, gracias». Imagina que la vibración del sonido os libera a los dos de todas las inhibiciones. Imagina al exhalar que el sonido la está invadiendo, penetrándola con la fuerza de tu deseo de cercanía.

El pudor nos impide a menudo que hagamos este tipo de sonidos, incluso al hacer el amor. Desde pequeños nos han enseñado a respirar en silencio, a desear en silencio y a vivir nuestras pasiones en silencio. El silencio puede que sea beneficioso para el masaje terapéutico, pero no lo es para esta práctica erótica. Rebelaos contra el silencio. Respirad con fuerza. Dejad que vuestros suspiros se fundan en uno. La respiración y el sonido de los suspiros son los instrumentos del cuerpo para alcanzar el éxtasis. Usadlos sin rubor. Si es necesario, podéis poneros de acuerdo en fingir hasta que seáis capaces de hacerlo de corazón.

«Masaje Erótico»  Charla Hathaway. Editorial Evergreen  (TASCHEN) 2007   http://www.taschen.com

TOKIO BLUES

26 Dic

Photo by Lieke Romeijn, «Melodies and desires»

«…En la habitación oscura, con  las ventanas cerradas, Reiko y yo nos abrazamos como si fuera lo más natural del mundo y buscamos el cuerpo del otro. Le quité la camisa, los pantalones, la ropa interior.

– He llevado una vida curiosa, pero no se me había pasado por la cabeza la posibilidad de que algún día un chico de veinte años me quitara las bragas.

-¿Prefieres quitártelas tú?

-No, no. Quítamelas tú. Pero estoy arrugada como una pasa, no vayas a llevarte una desilusión.

-A mí me gustan tus arrugas.

-Voy a echarme a llorar- susurró Reiko.

La besé por todo el cuerpo y recorrí con la lengua sus arrugas. Envolví con mis manos su pechos lisos de adolescente, mordisqueé suavemente sus pezones, puse un dedo en su vagina, cálida y húmeda, que empecé a mover despacio.

-Te equivocas, Watanabe -me dijo Reiko al oido-. Eso también es una arruga.

-¿Nunca dejas de bromear?- le solté estupefacto.

-Perdona. Estoy asustada. ¡Hace tanto tiempo que no lo hago! Me siento como una chica de diecisiete años a la que hubieran desnudadao al ir a visitar a un chico a su habitación.

-Y yo me siento como si estuviera violando a una chica de diecisite años.

Metí el dedo dentro de aquella «arruga», la besé desde la nuca hasta la oreja, le pellizqué los pezones. Cuando su respiración se aceleró y su garganta empezó a temblar, le separé las delgadas piernas y la penetré despacio.

-Ten cuidado. Tranquila- dije.

Cuando la  penetré hasta el fondo, ella tembló y lanzó un suspiro. Moví el pene despacio mientras le acariciaba la espalda; eyaculé de forma tan violenta que no pude contenerme. Aferrado a Reiko, expulsé mi semen dentro de su calidez.

-Lo siento. No he podido aguantarme – me excusé.

_¡ No seas tonto! No hay por qué disculparse – bromeó Reiko dándome unos azotes en el trasero-. Siempre que te acuestas con chicas, ¿piensas tanto?.

-Si.

-Conmigo no hace falta. Olvídalo. Eyacula tanto como quieras y cuando te plazca. ¿Te sientes mejor?.

-Mucho mejor. Por eso no he podido aguantarme.

-No se trata de aguantarse. Está bien así. A mí también me ha gustado mucho.

-Oye, Rieko- dije.

-Dime.

-Tienes que enamorarte de alguien. Eres maravillosa, sería un desperdicio que no lo hicieras.

-Lo tendré en cuenta. ¿Creess que en Asahikawa la gente se enamora?

Al rato volví a introducir dentro de ella mi pene erecto. Debajo de mí, Reiko se retorcía de placer y contenía el aliento. Mientras la abrazaba y movía, despacio y en silencio, el pene dentro de su vagina, hablamos de muchas cosas. Era maravilloso charlar mientras hacíamos el amor.

Cuando se reía de mis bromas el temblor de su risa se transmitía a mi pene. Permanecimos largo tiempo abrazados de este modo.

-Es fantástico esta así -dijo Reiko.

-Tampoco está nada mal moverse -añadí.

-Entonces hazlo.

La alcé asiéndola por las caderas y la penetré hasta el fondo, saboreando aquella sensación hasta que eyaculé.

Aquella noche lo hicimos cuatro veces. Al final de cada una de ellas, Reiko se abandonaba entre mis brazos, cerraba los ojos, lanzaba un profundo suspiro y temblaba unos instantes.»

Haruki Murakami «Tokio blues, Norwegian Wood»,  páginas 377-378. Editorial Maxi Tusquets Editores. 4º Edición. Octubre 2007.

Seducción

8 Nov

erotismoPhoto by Fatpixel. http://vitolins.com

«A los ojos del hombre, la mujer vestida está distante , defendida. La ropa y el maquillaje tienen siempre un doble significado: invitación y obstáculo. Dos fuerzas que se pueden dosificar de muy distinto modo. En algunos casos la mujer acentuará la invitación si ese hombre le agrada, si quiere atraerlo. Pero el hombre tiene grandes dificultades para descifrarla. Ya vimos que, en su yo íntimo, la mayor parte de los hombres tienen miedo de la belleza femenina. Se sienten atraidos por ella, pero la temen.

…El hombre en el fondo no cree en su capacidad de seducción. Para él la seducción es siempre un milagro. Cuando llega, cuando la mujer se desnuda es porque ella lo ha decidido y él no puede menos que sentirse enajenado, feliz. Hasta el don Juan más cínico se emociona cuando una mujer desconocida le brinda una intimidad que pocos instantes antes era inimaginable. La seducción, para el hombre, nunca es motivo de triunfo sino de asombro. Nunca le produce una sensación de superioridad, sino de reconocimiento.

Nada hay más sorprendente para el hombre que la transformación de la mujer que se entrega. De pronto, cuando no se lo espera, la desconocida se comporta con él como si hubiese madurado un largo conocimiento, una profunda confianza íntima. Como si fuese su amante de mucho tiempo. Y este es el motivo por el cual los hombres, sobre todo en el pasado, creían ser hechizeros.»

Francesco Alberoni «El erotismo». Editorial Gedisa 1993

Lágrimas de Eros

24 Oct

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Photo by unknown author

El museo Thyssen organiza una exposición muy  interesante por el tema tratado: el deseo en su vertiente más erótica. Es difícil encontrar exposiciones de este tipo en las que se muestren cuadros o fotografías con contenido erótico y que abarquen, además,  periodos tan amplios como el Renacimiento o el arte contemporáneo. Todos y cada uno de los cuadros expuestos sugieren una idea clara sobre la seducción como un arte preciso,  el erotismo o el deseo desnudo que nace del alma.

Me quedo con uno de los cuadros expuestos, uno de mis favoritos, «María Magdalena en la gruta» de Jules Lefebvre, un auténtico descubrimiento para mí.

Para saber más: http://www.museothyssen.org/microsites/exposiciones/2009/Lagrimas-de-Eros/

Letras de tu cuerpo

9 Oct

letras de tu cuerpoPhoto: Unknown author.

Este cartel me ha llegado esta mañana. No conozco su autor o autora, aunque sé que es para una Fería del libro, tampoco sé cuál. He decidido ponerlo aquí porque es precioso, cálido, inspirador, suave, dulce y es un amor imaginar que  estás envuelta así en palabras y más si son las de tu cuerpo.

cinco años, dos meses, once días

27 Jul

cinco años

Photo by Lilya Corneli. http://www.lilyacorneli.com

» Terminó de desnudarme, despacio. Me descalzó, me quitó las medias, y volvió a ponerme los zapatos. Me miró un momento, sin hacer nada. Luego alargó una mano abierta  y la deslizó suavemente sobre mí, desde el empeine de los pies hasta el cuello, varias veces. Parecía tan tranquilo, sus gestos eran tan sosegados, tan ligeros, que por un momento pensé que no me deseaba en realidad, que sus acciones eran solamente el reflejo de un deseo antiguo, irrecuperable ya. Tal vez había crecido demasiado, después de todo.

Me pasó un brazo por debajo de la axila y me incorporó. Me quedé sentada encima de sus rodillas. Me rodeó con sus brazos y me besó. El solo contacto de su lengua repercutió en todo mi cuerpo. Mi espalda se estremeció. El es la razón de mi vida, pensé. Era un pensamiento viejo ya, trillado, formulado cientos de veces en su ausencia, rechazado violentamente en los últimos tiempos, por pobre, por mezquino y por patético, existían tantas grandes causas en el mundo, todavía, pero entonces, mientras me besaba y me mecía en sus brazos, era solamente la verdad, la verdad pura y simple, él era la única razón de mi vida.

Atrapé su mano y me la llevé a la cara, cubrí mi rostro con ella, la mantuve quieta un momento, notaba la presión de sus yemas, deposité un beso largo y húmedo encima de la palma, luego doblé los dedos, uno por uno, escondí el pulgar bajo los otros cuatro, rodeé su puño con mi mano y apreté mis mejillas y mis labios contra los nudillos.

Trataba de explicarle que le quería.»

Almudena Grandes «Las edades de Lulú». XI Premio La Sonrisa Vertical. Tusquets Editores. 24ª Edición. Marzo 2003.