Photo by HenryandJune
Ella y yo hicimos el amor diariamente.
En otras palabras,
los lunes, los martes y los miércoles
hacíamos el amor invariablemente…
Los jueves, los viernes y los sábados,
hacíamos el amor igualmente…
Por último los domingos
hacíamos el amor religiosamente.
Hacíamos el amor compulsivamente.
Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres,
por favor, por supuesto, por teléfono,
de primera intención y en última instancia,
por no dejar y por si acaso,
como primera medida y como último recurso.
Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis:
Y a ello le llamábamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí:
es decir, recíprocamente.
Y cuando ella se quedaba a la mitad del orgasmo
Y yo, con el miembro convertido en un músculo
fláccido no podía llenarla,
entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que
yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía,
y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía,
o bien estábamos tan cansados y tan preocupados
que ninguna de los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos, entonces,
que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas
que el tío Estaban le trajo de Wisconsin
que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas
a creolina,
y yo recordaba la sala de la casa de los abuelos,
con sus silla vienesas y sus macetas de rosas,
esperando la eclosión de las cuatro de la tarde…
Así era como hacíamos el amor nostálgicamente,
Viviéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura,
o a favor de natura.
Ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida,
o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia.
O viceversa.
Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimientos y sin sentido.
Con sueño y con frío.
Y cuando estábamos conscientes del absurdo de la vida,
Y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro,
entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos,
Hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente,
Legendariamente.
Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor
Ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor
Sintomáticamente.
Hacíamos el amor físicamente,
De pie y cantando,
De rodillas y rezando,
Acostados y soñando.
Y sobre todo,
Y por la simple razón
de que yo lo quería así
Y ella también,
hacíamos el amor….
Voluntariamente.
Fernando del Paso “Palinuro de Méjico” (fragmento)